Adoremos in Aeternum Sanctissimum Sacramentum

 

 

      Queridos hermanos adoradores y amantes de la Eucaristía,

 

      El próximo 24 de diciembre el Papa Francisco abrirá la puerta santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano, dando así inicio al Jubileo que se vivirá durante el año 2025 en toda la Iglesia Universal, pero sobre todo en la Ciudad Eterna.

 

     Desde la Federación Mundial de las Obras Eucarísticas de la Iglesia hemos querido recoger la petición de numerosos adoradores que sentían la necesidad de peregrinar hasta Roma durante el Jubileo y ganar así la indulgencia plenaria atravesando las puertas santas de las cuatro basílicas mayores y rezando ante las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo, renovando y actualizando de este modo nuestra fe.

 

     Con esta intención hemos preparado con esmero y delicadeza una peregrinación eucarística a Italia, con el fin de no sólo peregrinar hasta Roma, sino también aprovechar a peregrinar a otros enclaves de Italia con un especial cariz eucarístico. Como se ve en el cartel, será una peregrinación de ocho días a finales del mes de agosto de 2025, pensando en que ese suele ser el mes vacacional por excelencia y esto facilitaría el poder disponer de esos días. Además, en principio, ya a finales de agosto el calor también habría remitido algo al menos.

 

     La peregrinación comenzará volando hasta el centro del cristianismo, con el objetivo de cumplir con el anhelo de tantos creyentes durante el año próximo. En Roma permaneceremos tres días en los que iremos a las basílicas de San Pedro del Vaticano, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros. Tendremos también la posibilidad de realizar varios itinerarios eucarísticos y marianos, aprovechando para rezar ante los sepulcros de algunos de los santos más relevantes de la historia de la Iglesia.

 

     En la ciudad del Tíber, también tendremos la posibilidad de conocer algunos lugares especialmente vinculados con el Sagrado Corazón de Jesús y con el nacimiento del asociacionismo eucarístico en la Iglesia. De hecho, nuestra intención es tener una primera vigilia eucarística en la misma iglesia en la que se fundó la Adoración Nocturna hará casi 215 años. Y disfrutaremos también de la celebración de la Eucaristía diariamente.

 

     Tras nuestro paso por Roma, continuaremos la peregrinación hacia Lanciano, lugar donde se produjo el que quizá sea el milagro eucarístico más importante y más conocido de la historia de la cristiandad. Allí podremos venerar la hostia y el vino visualmente convertidos en la carne y la sangre de Jesucristo. Después seguiremos hacia San Giovanni Rotondo, lugar de descanso del humilde San Pío de Pietrelcina, uno de los santos más universales que Dios nos ha regalado. Podremos rezar ante su cuerpo incorrupto, pidiendo su poderosa intercesión y recorriendo los lugares en los que vivió y experimentó tantas gracias místicas (como los estigmas de Cristo) durante tantos años.

 

     El Padre Pío nos transmitirá su pasión por la Eucaristía, que siempre fue el centro de su jornada y su sostén en las duras adversidades que tuvo que afrontar. Desde su casa, nos acercaremos a conocer el santuario dedicado a San Miguel en el Monte Gargano. Es un lugar verdaderamente especial por diversas apariciones del Arcángel que allí han tenido lugar y por ser un destino especialmente querido por los peregrinos debido a la gran cantidad de gracias que allí se obtienen por la intercesión del príncipe de las milicias celestiales.

 

     La siguiente etapa de la peregrinación será la ciudad marítima de Nápoles. La urbe del sur de Italia nos mostrará sus tesoros sacros en forma de magníficos lugares de culto y santos cuya devoción se ha vuelto muy popular en todo el orbe. Además, podremos conocer los restos de la ciudad romana de Pompeya y el santuario allí dedicado a Nuestra Señora del Rosario, que es una de las advocaciones marianas más extendidas y veneradas en el mundo.

 

     En Nápoles podremos gozar de una nueva vigilia eucarística en la sede de la adoración perpetua en la ciudad. Por último, antes de volver a subirnos al avión en Roma, tendremos el regalo de recorrer la preciosa Abadía de Montecassino, lugar de descanso del gran San Benito, fundador de la vida monacal, y de su hermana Santa Escolástica. El mejor broche a unos días de convivencia fraterna entre amantes de la Eucaristía que, si Dios quiere, nos enriquecerán en todos los sentidos.

 

CONSEJO DE LA FEDERACIÓN MUNDIAL DE LAS OBRAS EUCARÍSTICAS DE LA IGLESIA.

 

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